Robos allá y aquí… ¡alguien que haga algo, por favor!
En República Checa los jueces, sin miramientos, despojan de una victoria más que legítima a Soledad Vargas cuando disputó el campeonato mundial de peso átomo del Consejo Mundial de Boxeo (WBC, por sus siglas en inglés), a la local Fabiana Bytyqi.
En Alemania, la despojada fue Maricela «Baby» Quintero, de largo batallar en los cuadriláteros, que peleó por el trono paja del mismo WBC ante Tina Rupprecht, local también. Empate también.
En México se registra también polémico resultado (decisión dividida) en favor de Ramón «El Inocente» Álvarez y perjuicio del visitante argentino José Carlos Paz.
¿Cuántas y cuántos púgiles se han ido de México frustrados porque deshonestos jueces les echan a perder el sueño que, a base de trabajo, disciplina y dedicación, se forjaron?
Pasa allá y pasa aquí. La ventaja implícita con la que suben las y los peleadores locales es un mal mundial. De visita, si no hay nocaut no hay triunfo para el foráneo.
En el caso de «Baby» Quintero, por ejemplo, el seguramente más vendido juez sólo la vio ganar 2 rounds (98-92); otro le concedió 7 asaltos (raro 94-97) y el tercero 5 capítulos para su 95-95.
A Sol Vargas todo México la vio ganar el combate. Llegó con excelente preparación física, tuvo gran estrategia y excelente trabajo del equipo mexicano, pero se dividió el jurado igual: uno vio perder a Sol por un apretado 97-96, otro la dio ganadora 93-98 y uno más empató el encuentro 95-95.
De nada valieron sus sacrificios de dejar a su pequeño hijo Abner todo un mes en Morelia para concentrarse en Cuautitlán Izcalli acompañada de su entrenador y esposo Omar Garnica. También fueron inútiles los gastos que hizo su promotor, Porfirio Romero, para la preparación, ruedas de prensa, pre peajes, renta del departamento en Izcalli, transporte y “sparrings”.
Todo se fue a la basura, como también debió sucederle a Maricela Quintero.
Qué mal está el boxeo, no de ahora sino de siempre.
Allá y aquí, alguien que haga algo, por favor, en beneficio de los organismos mismos.