Foster se le hizo de humo y le pegó como nadie a Rey Vargas; ni invicto ni tricampeón…
Con tarjetas de 111-117, 109-119 y 112-116, el estadounidense O’Shaquie Foster superó al cabo de 12 asaltos al mexicano Rey Vargas, para proclamarse nuevo monarca superpluma del Consejo Mundial de Boxeo en una pelea que tuvo como escenario al majestuoso Alamodome de San Antonio, Texas.
Salvo los dos primeros asaltos, quizá disminuido por la nueva división, Vargas fue dominado por el texano de humo, Foster, que desarrollando una pelea inteligente le arrebató la marca invicta que presumía el mexicano y le impidió, por lo pronto, entrar al club de mexicanos que han conquistado tres coronas en diferentes categorías.
O’Shaquie (ahora con 19-2-0, 11 nocauts), dictó clase de mano izquierda y provocó el daño que nadie había logrado en el rostro de Vargas, que sin embargo se mantiene como monarca WBC de las 126 libras.
Prometedor inicio de pelea tuvo Rey Vargas. Su jab de izquierda pistoneaba con velocidad y hacía blanco en la humanidad de Foster, quien renunció a la estrategia de la pelea en largo a partir del tercer asalto y desde entonces dominó la contienda.
Anuló la mayor distancia de Vargas, ya fuera con pelea en corto y soltando el incesante jab o con ese pasito hacia atrás que dejaba en el aire los temerosos envíos del mexiquense, cuya marca quedó 36 victorias (22 por nocaut) y 1 derrota.
En el tercer capítulo un choque de cabezas provocó un corte en el ojo derecho de Vargas, que se topó una y otra vez el puño izquierdo del estadounidense cuando lanzaba algunas veces alocadas ofensivas.
Al sexto, los pómulos del azteca ya lucían severamente perjudicados, lo que lo obligó a apretar séptimo y octavo rounds, pero Foster lucía contrastantemente entero.
Mucho del primer tropiezo de Vargas se debe a que o nadie le dijo que golpeara a las partes blandas o no hizo caso, ante la ausencia de su estratega de confianza, Ignacio Beristáin; en la esquina estuvo don Carlos Vargas (su padre y forjador desde amateur) y Jorge Barrera.
Al final, montado en su tabique de soberbia, Vargas acusó que Foster se había dedicado a correr. Qué bueno que fue así, porque imagínense, si el estadounidense sale a pelear, cómo había terminado el rostro del Rey de Otumba.
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